Hoy en día el amor parece haber quedado en el olvido......
Por esto el pasado se hace presente otra vez!!! con este gran poeta español...........
(Serenata)
Si, al mecer las azules campanillas
de tu balcón
Crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
Sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.
Si, al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
Crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
Sabe que, entre las sombras que te cercan
te llamo yo.
Si te turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador
sabe que, aunque invisible al lado tuyo,
respiro yo.
¡Qué hermoso es ver el día...
¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y, su beso de lumbre,
brillar las olas y encenderse el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las humedas flores
el perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!
Qué hermoso es, cuando hay sueño,
dormir bien... y roncar como un sochantre...
y comer... y engordar... ¡ Y qué desdicha
que esto sólo no baste!
Porque son, niña, tus ojos...
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las houris del Profeta.
El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el iris los ostenta;
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.
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Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
Y, sin embargo,
se que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan
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Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a pagar la sed con ella.
Y, sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.
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Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrer luz refleja.
Y, sin embargo,
se que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
que, entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.
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Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.
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