8 dic 2009

Flash de Navidad

En este día de la Inmaculada concepción, sentí poner, algo parecido a un poema, inspirado totalmente en el evangelio, no puse las citas pero son de Mateo y Lucas, esto lo escribí el año pasado cerca de Navidad..........
El salvador de Belén a todo el mundo

El mundo, caminaba al fuego eterno,
Por esa época, corría sangre de odio,
Reinaba un mar de lagrimas,
Dirigida por un rey, lleno de envidia.

En lo profundo de la oscuridad,
Un ángel, se apareció a una mujer:
"Alegrate llena de gracia, el señor esta contigo",
la mujer supero sus miedos, y dudas,
y el ángel en forma de canción, le propuso:
"Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús."
Ella sumisa, en el amor más grande, le dijo:
"Yo soy la servidora del señor, que se cumpla en mí lo que has dicho."

María visitó a Isabel, en un clima de espíritu,
Donde brotaba el servicio, sencillo,
Mientras que en penumbras, movido por el dolor,
Un hombre, cegado por sus tinieblas, decide escapar.
Dios, mandó a su ángel a iluminarlo,
Derramó su paz en él, mostrándole el plan del creador:
"José hijo de David, no temas en recibir a María, tu esposa,
porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del espíritu santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre Jesús,
Porqué él salvará a su pueblo de todos sus pecados."

Los servidores, fueron guiados a Belén,
Siguieron, más allá de la agitación de sus almas,
Y el cansancio del corazón,
Una estrella los iluminaba con su presencia.
Los dos llegaron a un humilde establo,
Se sumergieron, en un pequeño pesebre.

Desde Belén, la luz cubrió al mundo.
Desde Belén, el amor reinó con intensidad.
Desde Belén, la muerte se apagó.
Desde Belén, el pecado perdió su poder.
Nacía el salvador, puro y eterno.
La madre miraba a su hijo,
Sintiendo que todo tenia sentido,
Comprendiendo, que la promesa se había cumplido.

María brilló con su "sí",
La madre más hermosa del universo,
Acompañada por su esposo,
El bastón de su ser, en todo momento,
Que la servía con humildad.

José puso sus ojos en el niño,
Sus ojos resplandecían en silencio,
Diciendo te amo.
Aquel pequeño carpintero,
Compañero y guía del hijo de Dios.

La familia, sonreía en su pobreza,
Se reconfortaban sin lujos,
No los rodeaban aplausos, solo silencio,
Pero los abrazaba, el amor, como testigo.

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